Tras
la traumática ruptura de la banda que parecía dejaría huérfanos a un buen
puñado de irredentos, las prolíficas y productivas carreras en solitario, tanto
de Thurston como de sus antiguos compañeros de viaje en Sonic Youth, han
conseguido colmar triplemente las necesidades sónicas de sus fieles.
Eso si, mientras sus ex: Lee Ranaldo y Kim
Gordon (además en lo personal), huyen
hacia adelante en sus últimos discos y se alejan de la inercia sónica, con
resultados sin duda convincentes, "No home records" (2019) la
bajista, y Names of north end women”
junto a Raül Refree (2020) el
guitarrista, lo confirman con creces…Thurston Moore transita por el sentido
inverso.
En su séptimo disco, posavasos doble de
de cinco cuartos de hora largos de duración total distribuidos en nueve
canciones, desarrolla lo ya apuntado en su meritorio “Rock n roll consciousness
(2017), esto es, mantener la llama que aviva el sonido que ha marcado su
carrera, pero sin dejarse llevar por cantos de sirena que le anclen a un pasado cuya orilla ya conoce. ¡Cuadrar el
círculo entre las melodías y el ruido vamos!
La dupla inicial marca el rumbo, Lo que
en “Hashish” es un trote entre recreativos estribillos forjados a base de
punteos ¡no de acordes! en “Cantaloupe” se convierte en galope soltando barro
entre ritmos contundentes que son ahora los que marcan el estribillo ¡el Enter
sandman de Metallica? Nuevas sendas con
las que disfrutar al paso en los doce minutos de “Sirens” e ir cogiendo
tímidamente impulso en “Caligraphy” para
tirar de espuelas y cabalgar libres durante los dieciséis minutos de
“Locomotives”. Parada y posta más allá de la ruta en la despojada de cinchas “Dreamers
work” y a desbocarse definitivamente en “They believe in love (when they look at
you) para terminar la aventura en el crepúsculo de la perturbadora y tensa “Venus.
Abrupta y abarrancada excursión entre distorsiones, disonancias, ruido y
relinchos al filo del precipicio.
By
the fire, bebe del abrevadero The
Eternal (2009) parada sin retorno de Sonic Youth y en dicha estancia se decía
que los cuatro forajidos neoyorkinos regresaban a los orígenes, al "Goo" (1990) o "Dirty"
(1992). Las aristas encajan y el jinete Moore cuadra el círculo… sin dejar de
seguir avanzando, en espirales de ida vuelta.
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