El apéndice del
festival: tres actuaciones en el escenario grande, lo abrió el domingo Rafa Kas legendario y carismático guitarrista
gijonés. Un trotamundos de la música: Tratamiento Anticapsa, Ilegales, Electric
Playboys e innumerables colaboraciones le avalan, que en formato trío calentó
el ambiente de la mejor manera posible para como se presentaba la jornada, con
media hora de versiones excelentemente ejecutadas de clásicos del rock: Led Zeppelin, Deep Purple, Thin Lizzy,
ZZ Top para deleite de los tempraneros…
...que
también supieron apreciar la actuación de Phil Campbell & The Bastard Sons. El que fuera guitarrista de
Motorhead acompañado
realmente por sus hijos y apoyado por Joel Peters a la voz, ofreció un
demasiado corto concierto de hard-rock canónico y sin florituras, en el que el británico
se acordó ¡cómo no hacerlo! del gran Lemmy Kilmister recuperando clásicos de la citada banda como «Born to Raise Hell» y «Ace OF Spaces». La gente se quedó con ganas de más…
Phil Campbell & The Bastard Sons. Foto: Robbie Ramone |
…aunque a lo
que habían venido a ver es a Scorpions como
así se hizo notar en un público numerosísimo que cambio radicalmente el tono del festival
con respecto a la noche anterior y aunque muchos se quedaron los tres días, la
mayoría de los allí presentes eran púbico únicamente de ese día dominado por el
color negro. ¿Última oportunidad de verles en directo tras sus infinitas gira
de despedida…? Dependerá del estado físico de Klaus Maine tras una reciente operación de espina dorsal y
76 castañas, casi todas ellas sobre las tablas, que le lastran sobre el
escenario. En contraste con los enérgicos movimientos del resto de la banda, el
cantante de Hanover se mostró estático como un holograma, parecía pender de un
fino hilo que lo sujetaba a la tarima, calculó sus movimientos apoyado por los
solos de guitarra y batería y la instrumental «Coast To Coast» que le ayudaron a dosificar
esfuerzos. Aún así se movió lo que pudo y lo importune es que con la voz se
defendió bastante bien.
Scorpions. Foto: Robbie Ramone |
La inmortal banda alemana publicó hace cuarenta años Love At First Sting que lo tocaron practicamente
entero. Canciones universales y glam-metaleras como «Big City Night» o «Rock Youy Like A Hurricane», la más pesada y hardockera «Bad Boys Running Wild» y baladas heavys con las que dominaron el género en los ochenta «Wind of Change», «Send Me And Angel» o «Still Loving You», esta última curiosamente no sonó
tan lacrimógena. Mikkey Dee, otro ex Motorhead (el espitiru de Lemmy estuvo
presente durante todo el festivo día), logró
impulsar a la banda con su empuje y contundencia en la batería y Rudolf Schenker se mostró vigoroso y firme con su
guitarra para sostener, junto al resto de la banda, un concierto calculado pero
efectivo, sin sorpresas pero eficiente sin salirse del necesario guion que
impone el canon estilístico, que precisamente era lo que necesitaba escuchar,
ver y sobre todo sentir el público que los vivió en su momento… y los hijos de
estos, a quienes sus padres e incluso algunos ya abuelos habían contado.
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