La
historia comienza con un joven algo perdido que tras meterse una rara raya de coca ¡fosforescente! es capaz de abrir
puertas que le llevan al pasado. Un viaje en el tiempo entre la Argentina
actual y la de 1975 en la que grupos revolucionarios ponían en jaque al
gobierno peronista previo a la dictadura militar. A partir de ahí comienza el
tantas veces utilizado recurso de jugar a favor del tiempo, pues en el presente
y desde la biblioteca puede leer los periódicos de la época y anticiparse a él
cuando regresa al pasado.
Principalmente para encontrar a un tío del que la
familia apenas habla y que formó parte
de la organización de las que informan los diarios, pero también para realizar
un atraco y obtener el dinero que da título a la obra, y así ayudar a su
descerebrado, pero entrañable amigo-camello en peligro por las deudas derivadas
de su ilícita actividad. Hay momentos en los que el hilo argumental se embrolla
entre tanta ida y venida, aunque la diferencia de coloración de las viñetas
ayuda a situase. Es una narración entretenida, lisérgica y underground en su
formato, en el que no faltan las clásicas trampas del tiempo y anécdotas
divertidas: en una tienda de discos del citado año se cavila sobre el posible
éxito del Dark Side Of The Moon o un grupo nuevo llamado Queen.
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