Foto: Santiagraphy |
Fastuoso montaje dirigido por la cineasta argentina
Lucrecia Martel basado en los últimos trabajos «Utopía» (2017) principalmente y «Fossora» (2022) que más
allá de las canciones, sonaron como obra conceptual de bellos paisajes melódicos
con los que agitador conciencias.
Exuberante puesta en escena la de este Cuerno de la Abundancia, sostenido por un gran sonido y con Björk, grandilocuente, mostrando que sus virtudes vocales siguen intactas: quebradiza y ágil… incólume incluso cuando lo hizo sola ‘a capella’ sin el septeto de danzarinas ninfas flautistas que la arroparon, también en coros, durante buena parte del preciosista ritual en el que el público vibró, sobre todo cuando bailó arrítmica sobre el podio situado delante del escenario, mientras detrás los vientos dibujaban melodías animadas entre coloridos videos que se solapaban en los velados, pero transparentes telones que iban y venían.
Foto: Santiagraphy |
Un par de interludios bastaron para descansar los mirada, el primero: un texto ecologista sobre el riesgo de abandonar ‘El Acuerdo de París’, proyectado en el fino telón acompañado de un solo de flauta, el segundo: un extenso video en el que la joven activista climática Greta Thunberg previene sobre el calentamiento global y la energía sostenible en relación a la avaricia capitalista.
Tras
el discurso y presentación de artistas, paso a la esperanza con la ceremonial «Future Forever»
y el arrojo de «Notget» para,
milimétricamente concluir en hora y media, cuando el espectáculo, aunque
cautivador, ya había empezado a decaer
por lo reiterativo de su propuesta estética y musical… sin concesiones, solo
con «Isobel» se intuyó su pasado pop, pues «Venus As A Boy» sonó irreconocible
en su deconstrucción.
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