Esta película la empezó a grabar el
director iraní en 2021 cerca de la frontera turca por lo que fue detenido y
condenado a seis años de prisión dos años después y tras una huelga de hambre
es liberado, aunque en las mismas condiciones que anteriormente a su ingreso en
prisión y a la espera de un nuevo juicio.
Una aparente ficción que en algunos
momentos se acerca al género semidocumental que
se convierte en una reflexión sobre el propio poder de la imagen y el
cine como posicionamiento político de denuncia. El cine dentro el cine con el
propio director y su circunstancia como protagonista del testimonio individual
y social que se narra y cuyo título es una metáfora sobre la situación política de un país en el que
poderes invisibles mediante el miedo, controlan la sociedad
El director protagonista viaja
desde Teherán a una aldea cercana a Turquía para narrar además de su situación,
la historia de dos parejas: una en el ámbito tradicional rural y otra en el
algo más abierto de la ciudad. Con respecto a la primera historia Panahir se
verá envuelto en un malentendido con una fotografía que dicen que ha tomado de
la pareja, a parir de ahí se muestra un juego de espejos con la pareja que
protagoniza la segunda historia que intenta huir de Irán a Europa con
pasaportes falsos.
En el ángulo muerto el director
muestra a la pareja urbana como protagonistas ficticios… o no, de la película
que furtivamente está grabando en la aldea donde se topa con una realidad
conocida, el de las tradiciones ancestrales inmutables, actitudes que nadie
cuestiona aún cuando sean poco entendibles ya, o incluso contradictorias con lo
que se vive a diario, y con la que los aldeanos justifican sus acciones. La
tradición como forma de control de nuevo en referencia al título de la
película.
Filmada bajo el paraguas del
neorrealismo, tanto por convicción, el mismo Panahir describe su obra como “una representación de acontecimientos
humanos en forma poética y artística” como por obligación, la falta de
medios técnicos y humanos que provoca su situación, en la que es imprescindible
además de la conexión a internet, la cámara de grabación doméstica en mano. Una
dura pero necesaria película de realista final en la que a pesar de todo no le
falta alguno momentos de distensión dramática y cercana a lo cómico.
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