La archioscarizada película cuenta los problemas
para regularizar las cuentas del negocio de una familia china residente en
Estado Unidos que… estalla en burda ficción sobre universos paralelos que
acechan el mundo, donde la abnegada madre protagonista se convierte en heroína
que ha de salvarlo. Una simple excusa para que durante dos horas y media
infinitas, sus directores den rienda suelta a chistes, bromas privadas y
ocurrencias infantiloides, que no infantiles, no desprestigiemos dicha categoría. Ojo! que ya lo advierten al inicio entre risas delatoras los creadores del dislate:
“van a ver algo ridículo, no nos explicamos
la magnitud del éxito”.
Eso de que no hay que tomársela en serio, aquí no
cuela. Incomprensible y sospechosamente alabada por la mayoría de la crítica,
el disparate ha trascendido al nunca peor dicho “universo mediático” con un guión
de espanto, refrito de Matrix o Kill Bill y una dirección que ya quisiera
acercarse a géneros mayores como el esperpento o sainete -no llega acompañada de
patéticas actuaciones incluida Jamie Lee Curtis, siempre fiable hasta esto.
Un
lamentable multiverso, metaverso y reverso tenebroso de sensiblero y moralista
final al servicio de la ética dominante en tiempos de quiebra existencial con
Hollywood como principal defensor ¡claro!
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