El escritor luso, siempre
interesado por los espacios urbanos, explora en esta breve obra de tres
capítulos, las ciudades y sus habitantes. No mediante una descripción explícita
de las urbes, sino al contrario, mostrando apuntes de éstas partiendo de la
mirada, vivencias y sensaciones de los ciudadanos que las han habitado en
relación a hechos históricos significativos. Una sutilísima (por no explícita) clase
de historia contemporánea: Belgrado, Berlín… en un personal estilo donde
conviven realismo lírico y surrealismo verosímil sin colisionar, pues el tono
poético de la narración permite ensamblar sin traumas ambas formas de
expresión. En palabras del autor ‘estos tres relatos transcurren en Europa y se centran en el aparente
ajuste, o el fuerte desfase, entre la gran historia y las pequeñas vidas’ así en el primer capítulo se solapan dos arriesgados viajes que
convergen en la inevitable frontera: un trayecto entre Budapest y Bucarest en
el que dos hermanos transportan en dos partes la estatua robada de Lenin, el
cuerpo en una furgoneta y la cabeza en una bicicleta y otro viaje en sentido
contrario en el que un hombre traslada en coche a su madre muerta. Una metáfora
de lo magno y reconocible en piedra y de lo mínimo y anónimo en carne. Lo
grande y lo pequeño según como se mire.
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