El cineasta danés cuenta el real y dramático relato vital
de un refugiado afgano, que accede a
contar su historia de forma anónima, bajo el seudónimo de Amin de ahí la
utilización de la animación…. En una versión sencilla y más bien clásica con la
que no despistar al espectador con una forma que pueda ocultar el profundo
contenido de lo aquí narrado. Un hombre que no logra asimilar su pasado, el
trauma de salir de su país y las dificultades que ellos le provocan y la
separación forzosa de su familia… disgregada por media Europa en su huida.
Animación que aunque pudiera parecer que suaviza el tono
del relato, se complementa con imágenes reales de los hechos que se cuentan,
generando un curioso contraste… alternancia que funciona muy bien pues con la
animación se muestra la niñez del protagonista con un tono de despreocupada
ensoñación par mostrar la cruda realidad con las imágenes de archivo. En ese
sentiod pudiera recordar a ‘Val con Bashir’ que en 2008 y
también en animación dirigiera el director israelí Ari Folman.
Interesante además el género periodístico utilizado, pues
el director aparece en algunos momentos de la cinta como
entrevistador-psicólogo, intentando con delicadeza que Amir salga de su
caparazón para dejar atrás un pasado que lo atenaza… sobre todo en algunos
hechos de los que no es capaza aún siquiera de hablar de ellos. Encontrar
respuestas sobre el pasado de Amir explicar su presente y le situará en un
futuro… al menos esperanzador.
Una historia personal que no finaliza con la salida de un
país si no que se inicia precisamente en ese momento que en este documental se
presenta como un drama colectivo universal, las secuelas provocadas por lo que
se deja atrás, las raíces, la perdida de la identidad, el desarraigo o la
indiferencia como reflejo de la no aceptación.
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