La jornada del sábado comenzó por la tarde en la terraza del Mastrorpiero.
Puertas abiertas para pasar la tarde entre mercadillo, barbacoa y cervezas y siguiendo
con la apuesta del festival a abrirse a sonidos menos evidentes pero
tangenciales al rock, el turno fue par dos bandas madrileñas: Leone y su
particular fusión de de canción española, western, surf... y demás sonidos de
los arrabales y Sally Brown que apuestan por sonidos ska fusionado con sonidos
pop y nuevaoleros de los 80'
En tarde soleada (olvidado el aguacero del pasado año, por el que la
organización decidió cambiar las fechas de mayo por junio) Leone que
presentaron su último disco cuyas canciones interpretaron con maestría en el
mejor amiente posible. Aunque con problemas en el amplificador de la
guitarra sonaron a canción española en el "El presidiario" a
western en Sed de mal" a rock castizo en "A tu vera" y a
desierto y frontera en "La vida no vale nada" canción que da título
al disco. Como no acordarse de la actuación en el mismo lugar de Pájaro
en la pasada
edición. Sonido arrabalero y castizo bien recibido perfecto para la
ocasión.
Con la tarde ya declinando, Sally Brown, veterana banda que ha
sufrido constantes cambios de formación, pero que sieguen en la brecha
mostrando los sonidos del ska menos ortodoxo, los que popularizara el
sello '2tones' en los ochenta y que dio nombre a todo un estilo que fusionaba
la música jamaicana con la explosión pop y nueva ola británica, ritmos y
melodías para el baile que los madrileños interpretaron sin prejuicio. Con su característico
saxo, divirtieron a un público distendido y sin complejos.
La sesión de noche en Boogaloo nos trajo otra sorpresa, otra senda nueva por
la que transitar por el festival. En este caso los sonidos psicodélicos y
progresivos de Bourbon, otra de esas bandas ocultas, que desde Sanlúcar de
Barrameda presentó su tercer disco 'Fuente Vieja ' que nos hizo viajar por los
sonidos citados, aderezados por los tradicionales del rock andaluz de los 70.
Sonaron melodías lisérgicas y floreadas en la canción que le da nombre al
disco, tensas con tintes folk en "Si veis la luz corred" densas y con
aires stoner en "El sendero"... e hipnóticas en "Destierro"
un infinito desarrollo de guitarras bluseras que se fue transformando en una
maraña de ruido psicótico que no parecía tener fin... como si de una
improvisada jam se tratase.
Bajamos de la nube para cerrar con Arizona Baby, el plato fuerte del
festival, aunque su propuesta es ya bien reconocida. Lo que llama la atención
de los vallisoletanos es como consiguen generar un ritmo y energía tan
endiablado con una eléctrica, una acústica y una batería... un barbudo power
rustic trió al que si además le añadimos el carisma de Javier Vielba... cada
actuación es una fiesta asegurada. Así fue una vez más y si en espacios
reducidos como este, mejor que mejor. Repasaron los sonidos de la tradición norteamericana
en canciones antiguas como "The truth", "Survive" o
"If a could" donde predominaron los sonidos del blues y el boogie más
fiestero, pero el repertorio se baso principalmente en su último disco 'Sonora'
donde la gama de sonidos se amplía a los sonidos más bailables del bluesrock
" Make belive", del power pop "Updownaroundgo" e incluso
del tecnofolky festivo "Devilish man". Final por todo lo alto con
"Shiralee" que un chavala pidió a gritos durante toda la noche y que
al final fue concedía... no sin antes regalarnos Vielba los oídos y los suyos
con otra retahíla de incontinencia verbal... contó cosas muy interesantes, pero
a veces es excesivo y rompe el frenético ritmo de concierto... quizás para
darse un respiro. Toda una fiesta en todo caso para finalizar otro fantástico
fin de semana en tierras de la penillanura.
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