Los de Buffalo celebraron el vigésimo aniversario de su excelso 'Deserter's Songs' en el mejor marco posible, el de
este pequeño teatro de excelente sonido y cuyo patio de butacas, cercano al
escenario, invita a la intimidad y al recogimiento. Un disco que según nos
contó Jonathan Donahue durante la actuación, pensaban que sería el último, pues
no pasaban emocionalmente en sus mejores momentos.
Puesta en escena sobria, sin imágenes de fondo, con luces monocromáticas e
instrumentación dispersa entre las sillas... sin batería y sin los arreglos de
cuerda y vientos de la versión en estudio, pero sin descuidar los detalles...
con los teclados muy presentes arropando la acústica de Donahue... pero sin
olvidarse del sonido eléctrico de guitarras, dos en el escenario, que sonaron cristalinas,
pero que no rehusaron distorsionar cuando correspondía.
Con un público de "diez" respetuosísimo durante toda la actuación
(el escenario y la banda ayudaron), la solemnidad la rompía un dicharachero
Donahue que cómplice con el público, nos fue haciendo una especie de
"making of" de como se creó el disco. Se le notaba feliz.
Sin seguir el mismo orden que en el disco, comenzaron con "Funny
bird" y "Tonmite show" con la aguda voz de Donahue sonando
impecable, y cediendo protagonismo al teclado en el breve instrumental
"Collect coin" en la que se sentó para hacer sonar un largo serrucho
como si fuera un theremín... y vuelta al orden con el preciosismo de
"Hudson line".
Un nuevo monólogo recordando los noventa, lo jóvenes que eran y lo bien que
lo pasaban con amigos como Stephen Malkmus, sirvió para introducir
"Here" de Pavement una de las versiones de la noche junto a "Sea
of teeth" de Sparklehorse que sonaron más acústica la primera y menos solemne
la segunda con respecto a sus originales... y siguiendo con los viejos tiempos
nos preguntó quienes habíamos estado en la actuación en la ya desaparecida sala
Aqualung del año 1995 junto a Dirty Three y The Decemberist... entre alguno que
otro… ¡
ECDS levantó la mano !
Entre las dos versiones sonó "Endlessly" con la flauta travesera
como protagonista que en la siguiente "Delta sun bottleneck stomp"
pasó a las guitarras con Grasshopper acerando al máximo sus seis
cuerdas. A partir de ahí emocionantísimo final con el que viajamos al mundo de
los sueños con la insinuante y sugestiva "Goodess on a
hiway", "Holes" que sonó ceremoniosa y "Opus
40" que se extendió hasta los diez minutos incluida batalla sónica entre
guitarras y flauta.
Hasta los diez minutos se alargo también "The dark is rising"
epílogo en el que Donahue contó que podía haber estado incluida en el disco,
pero... que acabó abriendo el siguiente 'All is dream' (lógica continuación).
Aquí sí que se desató la tormenta con las guitarras y teclados 'in crescendo'
hasta la eclosión final dirigida por su cantante que... como si fuera un
director de orquesta, dirigía los ruidosos movimientos. Sublime final para una
actuación memorable.
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