Una actuación de Los Chicos es una experiencia única de energía desbordada,
cardíaca y sudorosa. Sus conciertos son sonados y crece el boca a oreja. En la
capital los llenos están garantizados como ocurrió de nuevo esta noche de
presentación de su último disco 'By medical prescription'.
Un torbellino de rock peleón, como el calimocho que beben y que les impulsa
a proyectarse hacia el público, al que exigen las misma entrega o más que la
que ellos derrochan. Los habituales siguieron el juego y los que vivieron su
primera experiencia cayeron rendidlos a sus pies ¡ literalmente !
Rafa Suñen es todo un personaje en escena, con su atuendo completo de cowboy
se baja a la arena y se sube donde puede, la batería y donde no puede... el
techo sostenido al aire por las primeras filas. Contoneos varios con el micro
como si fuera un lazo… y vueltas arriba y abajo mientras los gemelos Urchaga
hacen saltar chispas de sus guitarras... se mueven chocándose por el escenario
como bolos sin llegar a caer... risas, golpes, enredos de cable... aunque
intentaron lo contrario... esta noche también se embrollaron entre piernas y
pies de micro.
Desparrame etílico musical, pero ¡ ojo ! sin menospreciar las canciones,
auténticos himnos de punk rock aguerrido en "Restless noise",
ritmanblus troglodita en "Rock and roll ring" o country punk en
"Church of Los Chicos", por citar algunas de las últimas... pero daba
igual lo que tocaran todo era una espiral de guitarras enloquecidas en
recorrido infeccioso por las sendas del rock festivo y tabernario... o
bodeguero más bien, que contagió a todos. A Kurt Baker el primero que desde
primera fila no se perdía nada de lo que ocurría y que… aunque vacilante, no se pudo resistir a subirse
al escarnio con ellos. La sala parecía una centrifugadora escupiendo riffs
rabiosos y ritmos de bajo y batería rotundos, aullidos , sudor, ruido y
entrañas.
El brebaje ya lo habían preparado los valencianos Ukelele Zombies que
removieron al respetables con un sustanciosos concentrase de punk rock garajero
y urgente. Salvajes y gamberros a partes iguales recordaron a Dr. Explosion y
dejaron el cuerpo listo para desparrame.
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