No por habitual deja de ser menor la expectación que provoca Nacho Vegas en
Madrid. Los locales se le van quedando pequeños y éste a orillas del
Manzanares, presentó un aforo completo desde el inicio. Bien temprano, cuando
Fee Reega cantante alemana afincada en Gijón, apareció de blanco impoluto para
mostrarnos, con su peculiar acento, sus vivencias por el mundo exterior e
interior (el suyo propio) en formato básico guitarra y bajo, sin batería (perfecto para su
propuesta). Embelesó a los muchos allí reunidos.
Nacho Vegas apareció entre una escenografía luminosa, con la portada de su último
disco "Canciones populistas" de fondo, cinco canciones que complementan a
su anterior disco largo "Resituación" como telón de fondo y arropado por el Coro Internacional Antifascista al Alta
la Lleva, y por una banda que crece con los múltiples instrumentos utilizados en las canciones (crece también en número con una guitarrista más la de Edu
Baos).
De esta manera comenzó el asturiano su compromiso social, con la
"Canción para la PAH", "Ciudad vampira", "Polvoorado",
"Runrún" y la sarcástica "Ámenme soy un liberal"
acertada adaptación de "Love me. I'm a liberal" que compusiera
en 1966 Phil Ochs en el contexto de las protesta social norteamericana y
actualizada con acierto por el asturiano al contexto actual español. El coro,
con Nacho al frente, se hizo protagonista en estos momentos, trascendente unas
veces y con desparpajo otras, consiguió emocionar, mientras la banda ejercía un
papel secundario al servicio del colectivo. Brillantes momentos de liturgia
laica con la "Canción para la PAH y "Runrún" como éxtasis emocional
colectivo.
"Taberneros" llegó para dar una pequeña tregua a la reivindicación
y mostrar otros campos compositivos del asturiano, en este caso la siempre
presente canción popular de inspiración local, donde la banda comienza a tomar
protagonismo, aunque sin perderlo el coro. Comienza la segunda parte y en el
fondo, la imagen de una guitarra con la afirmación "This guitar kills
fascists" (máxima de Woody Guthrie otro de los referentes básicos de
Nacho), ya con el coro entre bambalinas, pero sin abandonar la cuestión social,
eso sí, abordándola de otra manera, una sutill versión, "Déjame
vivir con alegría" de Vainica Doble, una canción y, por extensión un dúo,
de obligada escucha, que bajo una apariencia de ingenuidad o de alegría inocua,
esconde demoledoras críticas. n"Mi novio es bobo", otra forma de abordar la crítica sin perder la ironía y con mínima instrumentación, cantada a dúo con Fee Reega (que subió como pudo
desde las primeras filas al escenario), y con el teclado Abraham Boba ganando
presencia, o como en "La vida manca", con el banjo de Joseba Irazoki
destacando.
En el tramo final buceó brevemente por su extensísima discografía, rescatando
"Nuevos planes, idénticas estrategias" y "Gang bang" para
volver al presente con "Actores poco memorables" y "Como hacer
crac" (punto de inflexión en su evolución hacia posicionamientos vitales).
En ellas Nacho abandonó la guitarra y se entrego a la interpretación pura, con movimientos
y gestos de "crooner", aunque se le vio aún muy rígido en esta
faceta. Por otro lado fue el momento también para que la banda estallara, como
si hubieran permanecido hasta entonces en calma tensa, sobre todo con el buen
final de "Gang bang" y especialmente en la despedida, "La gran
broma final" que sonó como nunca, con brillantes teclados y contundentes
ritmos de batería a cargo de Manu Molina, con un Nacho algo más suelto.
Para el bis, vuelve Nacho a su particularismo local con la templada
"Luna de agosto en Gijón" solo en el escenario, y de nuevo con el coro al
fondo en "Vinu, cantares y amor" reivindicando de nuevo el folk
popular. Por último, la inevitable "El hombre que casi conoció a Michi
Panero", traca final tras casi dos horas con el megáfono en vano cantando
a la masa.
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