Tras los ya lejanos en el tiempo "Hermana Violencia" (1992) y "Lumbar" (1996), hace dos años tuvimos de nuevo noticias del trío de Mondragón con la aparición de esta "Vida a partir del huevo" (2008). Una carrera de difícil seguimiento, salpicada de singles descatalogados y apariciones en recopilatorios inencontrables que, desgraciadamente por la escasa repercusión y reconocimiento que merecen, sitúa a los hermanos Izkue en el limbo de los grupos de culto. junto a otros ilustres que se desmarcaron de los sonidos habituales del norte como: Josetxo Ezponda (Bichos) desde Pamplona o el desparecido Josetxo Anitua (Cancer Moon) desde Eibar.
Comienza el diso con "Autopsia", introducción instrumental con ecos de banda sonora de suspense-ficción cinematográfica que se rompe con un afilado y repetido punteo acústico. A partir de ahí desfilan los ritmos que hacen a esta banda reconocible a la primera escucha: sonidos disléxicos, cambios de ritmo inesperados , líneas de bajo contundentes pero nítidas... conjugando lo clásico del sonido afterpunk de los ochenta; "Instalación y espesor del pecado", "Tos" o "Un cadáver de pocas horas" con buenas dosis de experimentación "La estación de los antepasados" o "Poids coq" (en francés).
Las canciones parecen estancarse, se emponzoñan en una melodía agridulce y densa con siniestros arreglos de trompeta y acordeones ¿sintetizados? que, ayudan a no escapar de esa espiral de oclusión hasta que finalmente estallan las guitarras más afiladas y liberadoras. Letras crípticas y de ruda crudeza, viscerales y evocadoras.
Se extreman en su versión más sucia en "Buey laborioso", y en la más sedosa "Acuática y yo" no olvidando la épica a su manera "Próxima parada" y cerrando con una auténtica catarsis de sonidos de rabia acumulada en "El lombricero".
Una banda que se muestra con personalidad propia y con poco que ver con lo que se escucha últimamente. Necesarios aun y con cosas que decir.
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