17 septiembre 2008

SAM ROBERTS (13-9-08) El Sol - Madrid

Al margen de la oficial Noche Blanca madrileña, los garitos habituales comienzan la nueva temporada. Sin fuegos de artificio ni alharacas para los telediarios, sino con buenas programaciones. Y que mejor forma de volver a los directos de sala que con una nueva visita de la banda capitaneada por este canadiense atípico.

Muy buena entrada, pero sobre todo muy buen ambiente, y es que parece que el bueno de Sam rebosa predisposición ante un público variopinto y jubiloso que se entregó al rock directo y energético del de Quebec. Simpatía y comunicación desde el escenario sumado a guitarras claras y melpdías desbordantes hicieron el resto.

Sam Roberts presentó su nuevo disco "Love at the end of the world", rock de guitarras potente y divertido, con aderezos estilísticos varios según canciones. No se olvidó además de repasar algunas de las que formaron sus dos discos anteriores.

Comenzó con la que da título al nuevo disco para enseguida rescatar "Resistance", entre el rockabilly y el rythm & Blues más melódico y resultón, para seguir con "Lions of the Kalahari" hipnótica y evasiva, esencia The Clash en su faceta más emotiva. También tirando de sonido británico sonó "Bridge to nowhere" aunque en este caso con la referencia más pop. También rescató de su primer disco "Dead End" un auténtico himno tabernario pegadizo y saltarín.

Los momentos más acelerados llegaron con "Them kids", "Up sister " y "Oh Maria" además de los de mayor interacción con el público, con quien departía de forma natural. Carisma contenido, sin exceso. Momentos para el rock de origen, en su vertiente más bailable con "Detroit 67", o para el más folk con "Words & Fire" y para finalizar, distorsiones al más puro estilo "noise" con el que el delirio no se puedo contener. "Mind flood" se extendió más de lo habitual, con todo tipo de efectos de guitarra (bien Dave Nugent además con la guitarra solista en toda la actuación) y bajo (Eric Fares desató en este momento su hasta entonces pétrea parsimonia). El teclado no se oyó apenas, lástima pues en el disco los arreglos suenan muy bien.

Para cerrar, ya en el bis "Stipmall Religion" un medio tiempo que evoca la épica del pop británico de los 90’ con desarrollos del rock de los 70’. Entre ambos sonidos todo lo que puedas imaginar con guitarras lo hace Sam y su banda. Rock para irse con una buena sonrisa en la boca.

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