Es
este un viaje sobre la aventura de mente y la conciencia que traspasa las
barreras de la novela gráfica llevándola a extremos poco transitados. Una obra, que comienza con su
protagonista Adán, despertando en una oscuridad absoluta, puede pensar
razonablemente y escuchar, pero no es capaz de moverse, hablar, ni expresarse
de ningún modo. Lo que durante las primeras páginas parecerá el despertar de un
coma provocado por algún accidente, esconde otra sorprendente realidad. El
protagonista es solo conciencia, una mente pensante aislada y atrapada en sí
misma.
El pienso,
pero existo de Descartes llevado al límite de lo humano, para hacer reflexionar
sobre la conciencia y el pensamiento como materia propia, al margen de lo
corporal… y en relación, tangencialmente, con los avances de la Inteligencia
Artificial, aunque no éste el tema principal, sino la angustia ante lo
desconocido y también sobre lo conocido sobre uno mismo.
Es además
extremadamente innovadora y radical en sus postulados formales, muy en
consonancia con las cuestiones que propone y en el que su autor consigue
mostrar su visión del comic como objeto artístico más allá del género… y es que
en casi la totalidad de sus páginas, domina el negro, tanto en las viñetas como
en páginas enteras potenciando con ello y con la ausencia de imágenes la
claustrofóbica situación de la citada mente.
Sobre la
infinita oscuridad, solo algunos puntos lejanos y ráfagas de luz, se irán
fijando, para configurar un collage de objetos con los que tratar de
entender quien es… o que es, conectando
la metafísica con las cuestiones filosóficas contemporáneas. Entre varias de las
que se exponen en estas páginas sin
numerar (conscientemente sin numerar para ahondar en la incertidumbre) la idea
del biólogo y psicólogo francés Henri Laborit que sostiene que El cerebro no
sirve para pensar, sino para actuar.
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