Con
el sol aún calentando, pero no directamente sobre el escenario, Ezra Collective ofrecieron un excitante
coctel sonoro convirtiendo la gran explanada principal en su particular y
multicolor rave al aire libre. Comenzaron los de Londres a ritmo de dub
jamaicano con los hermanos Koleoso apuntalando el sonido a base de bajo y
batería consistentes y ascendentes. A partir de ahí, el saxo y trompeta junto a
los teclados, brillaron en incendiario cálido ciclón de sonidos latinos, soul,
jazz, boogaloo, en una contina progresión de melodías y ritmos con mayor
incidencia en su último tranbajo Where I
Meant To Be que presentaron hace y medio en Madrid, en sala de reducido
aforo, como ellos mismos comentaron. Cada uno de los músico tuvo su
protagonismo en individuales intervenciones y el público vibró sobre todo con
las pegadizas «Victory Dance» «Welcome to my World».
Ezra Collectiv. Foto:@sergioalberts |
La actuación
más esperada, llegó con la noche ocupando el recinto. Massive Attack ofrecieron un concierto conceptual más allá de lo
musical, con una propuesta escénica en la que las proyecciones en la pantalla
fueron constantes entre la experimentación y las imágenes de denuncia: la
masacre palestina Gaza y la guerra de Ucrania, mensajes políticos y sociales globales:
gobiernos autoritarios, retroceso de
libertades democráticas o el nuevo orden mundial y las relaciones EE.UU, Rusia,
China… que a muchos les pareció excesivas y en el límite o traspasando lo
teóricamente conspiratorio, aunque nunca está de más la protesta si la misma se
acompañaban de datos y referencias que inciten a la reflexión . Para unos que
se moja…
En
cuanto a lo musical, comen las canciones de Mezzanine articularon un discurso sonoro embaucador en
el que la electrónica orgánica y oscura se reviraba en sordos y progresivos
sonidos industriales. Resonancias progresivas que se atenuaba bajo la
penetrante voz de Liz Fraser en «Song
to the Siren»
la canción de Tim Buckley que versióno con su banda posterior a Cocteau Twin,
This Mortal Coin. También emocionó ¡una vez más! en «Teardrop» mientras que
en «Black Mill» atenuaba su
intervención vocal al servicio de la introspectiva tensión instrumental que
aporaban Del Naja y compañía. También conmovió la voz de Deborah Miller, más
extrovertida especialmente en la esperada y penetrante «Unfinished Sympathy», y el veterano
Horace Andy que puso el contrapunto con la suya especialmente en «Angel», en una noche que sorprendió
con el «ROckWrok» de Ultravox
sacudiendo a la muchedumbre brazos en alto, aunque dominó la introspección… y
la reflexión.
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