Producción
italiana que según etimología de su título cuenta aquello que se deja a la
imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. Ambientada en la Italia de
los años 80’ muestra la entrañable y poco organizada banda de “tombaroli”
saqueadores de tumbas antiguas, y su desorientado líder un personaje
introvertido y meditabundo de origen inglés, que como los zahories tiene la
innata capacidad de descubrir lo que se oculta bajo tierra, en este caso obras
de arte etruscas y romanas. Desafortunados soñadores cada cual en su quimera,
la de unos obtener fortuna con su ilegal actividad, para el segundo encontrar a
su amor perdido de la que salvo iníciales y oníricas imágenes, no se sabe nada
de su desaparición.
Historias que beben en su aspecto formal del neorrealismo y
la comedia italiana, urdidas con un hilo narrativo que enlaza con delicada
destreza la realidad de una sencilla historia de aventuras de corte delictivo
con una fábula circular conectada por un simbólico hilo rojo. Narrada con
pausa, dejando que las piezas, como en un puzzle se vayan colocando poco a
poco, con paciencia, sobre todo en la primera mitad de las dos horas de su
metraje, hasta llegar a un mágica parábola final que desentraña el citando fino
hilo que marca las aventuras y desventuras de los protagonistas.
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