El
reputado director francés de origen polaco a sus 80 años se adentra en el
territorio de la comedia, genero que nunca ha sido donde ha destacado el
célebre cineasta. Tampoco lo consigue en esta ocasión con una historia situada
en un lujoso hotel en el que extravagantes y ricos personajes celebran la
Nochevieja del año 2000 con el pánico que provocó el cambio del milenio ante el
supuesto caos informático causante.
Un coral desfile de personajes burlescos,
caracterizados con más o menos acierto. Un exagerado muestrario de tópicos:
viejas muy pellejas, rusos muy borrachos, ricos muy ricos… estirando los
personajes y situaciones hasta lo grotesco. Sin un hilo argumental claro,
aunque no estrictamente necesario en esta exposición de fieras, las disparatadas
situaciones no logran hacer reír más que en momentos puntuales. Hay algunas situaciones
divertidos, las menos, pues cae en demasiadas ocasiones en el chiste
intranscendental o en la broma fácil que, aunque no molesta, tampoco trasciende
y reprochable eso sí, cuando se deja llevar por el reiterativo infantilismo
escatológico. Trata de hacer crítica, pero se pierde en la anécdota, aunque lo
curioso es que fluye ágil y dinámica, no se hace larga, acaba siendo
entretenida y divierte a ratos, pero es poco para la talla de su director.
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