Historia protagonizada y capitalizada por la
soberbia actuación de Nicolas Cage, en el papel de un anodino profesor
universitario que lleva años con la idea de escribir un libro que nunca llegará
a realizar, excusa
perfecta para no reconocer su frustración personal con el mundo. Personaje, en
todo caso entrañable, que busca un mínimo de atención. Lo conseguirá de forma
involuntaria cuando aparece en los sueños de miles de personas convirtiéndose
en un divertido fenómeno viral, con su consecuente éxito mediático, que el
protagonista acepta pero con líneas rojas que le cuesta no traspasar.
Humor absurdo y ficción como capitulo de Black Mirror pero también comedia de Woody Allen. Dominada por
fluidos diálogos y situaciones hilarantes inteligentemente resueltas. Todo
cambia cuando los sueños se convierten en pesadillas, y la situación adquiere
tintes macabros para los involuntarios soñadores que no distinguen los sueños
como no reales, para escarnio del protagonista en redes sociales que pasa del
reconocimiento a la persecución. En esta segunda parte el director
norteamericano se recrea en exceso en aspectos formales y visuales efectistas,
pero no deja de perder interés como metáfora de una realidad virtual al
servicio de los deshumanizados intereses del capitalismo despiadado.
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