El
cuarteto ovetense, tras presentarse en formato single hace un par de años, lanza
ocho canciones en las que condensa un ideario sonoro marginal, que como el
invertebrado metazoo que les da nombre, se hunde en tierras y fangos que traban
y ensucian ritmos y melodías. Densos y pesados los primeros, emponzoñadas y
claustrofóbicas las segundas. Un oscuro tránsito de guitarras oxidadas y
obsesivas que fluye soterrado, serpenteando hasta topar en muchos momentos con
una trompeta de sonido huérfano. Ferruginosa coraza instrumental de la que emerge
a la desesperada, una voz recitada en quebrada proclama nihilista, aparentemente
contenida en «Ese Extraño Placer», pero que estalla y ruge infecciosa en «Está Sorda»
entre tajantes hachazos de guitarra y bajo ofuscado, en catarsis eléctrica «Éxtasis»
o urgente e infecciosa «Suda». Experimentan además de forma hiriente y corpórea
en oclusiva tensión de «Meten Miedo». Una expresionista propuesta de escabrosa
esencia punk y profunda vocación libre.
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