De
entre las exitosas bandas británicas que en los ochenta abrazaron el techno melódico
de sintetizadores y cajas de ritmo (Depeche Mode, Soft Cell, OMD…), los de
Sheffield destacaron, además de por su característicos coros, por el pop
distinguido y no abandonar del todo su
origen experimental electrónico. Continúan activos cuarenta años después, y
aunque nunca se han ido, funcionan más en los escenarios que en sus esporádicas
incursiones en los estudios de grabación como así demostraron en templada noche
veraniega.
En
amplio recinto ofrecieron una milimetrada actuación en el que repasaron un
irresistible repertorio con el seminal Dare (1981) como protagonista esperado
para deleite de los seguidores nostálgicos, pero también y sobre todo, pues son
los que realmente calibran el estado real de una banda en concierto gratuito,
de buen parte de un púbico curioso, aunque no especialmente conocedor de la
banda, salvo en este caso la reconocidísima «Don’t You Wante Me». Seguir ahí,
en la brecha es motivo para no perder perspectiva y caer en el revival
nostálgico, por eso y sin condescendencia, conjugaron un eficaz entramado de
contundentes ritmos sintetizados de batería coloreado por teclados en su
versión más pop que sonó muy actual.
Philip Oakey derrochó elegancia, y no solo en sus constantes cambios de vestuario sino (a sus 60 años) moviéndose grácil micro en mano por cada uno de los recovecos del escenario con la mirada al frente. Carismático y cercano, lejos del divismo de sus contemporáneos, buscando a Joanne Catherall y Susan Ann Sulley en los imprescindibles coros o subiendo al entarimado blanco donde teclados y batería se alineaban al estilo Krafwerk y en el que se proyectaban diferentes imágenes y videos.
Tras
las clásicas de Dare: «The Sound Of
The Crowd»,
«The Things
That Dreams Are Made Of
», «Open Your
Heart»,
«Seconds» se coló The
Lebanon» donde apareció por primera vez la guitarra que en el final de la misma
se enmaraño como si de los The Jesus and Mary Chain se tratara. Después «Tell Me
when» y «Love Action
(I Believe In Love)»
aportaron el aire desenfadando que requería la noche, para despedirse con su a
clamado éxito imprescindible en los recopilatorios del género. En el bis «Being
Boiled» oscura y experimental canción con Oakey y una mínima instrumentación al
frente y el finalizar con otra incursión de la guitarra, en el festivo y
bailable «Togheter In Electric Dreams».
Una hora y veinte minutos que a todos les supo a poco.
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