El
autor como atinadamente narra en el prólogo que cuenta sus personales
peripecias juveniles por Reeding y Glastombury en dichos años en los que se
forjó como incipiente periodista musical, y fogueado como tal en los posteriores festivales españoles, no da
puntada sin hilo a la hora de establecer las conexiones políticas y económicas
de unos eventos que se han convertido en megaespectáculos de ocio en los que el
componente musical que los sustenta es lo menos valorado.... y en muchos casos maltratado.
En
sus casi 350 páginas se tocan todos los elementos que rodean a dichos
festivales en relación a la competencia entre ellos, su evolución y
crecimiento, las agencias de contratación locales e internacionales… y
profundizando en las desviaciones de dinero público a empresas privadas en forma de subvención o patrocinio ligado a interés
políticos en ocasiones con sospechosas ramificaciones relacionadas con
planeamientos urbanísticos.
Los
fondos de inversión europeos, el papel de las marcas como elemento que
desvirtúa un espacio musical para convertirlo en un parque temático, la nula
creación de tejido cultural en las áreas afectadas por la concentración masiva
en pocos días de los macroeventos, el papel de las cerveceras, los cachés y
solapamiento de actuaciones, la precariedad laboral que los rodea y hasta los
efectos psicológicos que produce el atracón de música en las personas junto al
fuerte impacto medioambiental, además de muchos otros factores que, a día de
hoy mantienen la burbuja bien hinchada.
Lo
hace con un lenguaje sencillo y fluido, aportando datos, pero sin apabullar,
solo los precisos para sostener con rigor unos argumentos de peso, para llegar
a concluir eso que muchos imaginan… pero no hasta que punto, ni como. Se
aportan además ejemplos y situaciones reales concretas pero alejándose del
distractor cotilleo fácil y el morbo superficial que esconda la esencia de su
crítica que… por otra parte, aporta ideas y actuaciones posibles para la
existencia de un modelo de festival realmente sostenible, pero no como las
empresas promotoras de estos espectáculos de masas venden actualmente este
término.
En
definitiva… los macrofestivales como un ejemplo más de la deriva sin retorno de
un mundo en el que los poderes económicos y políticos apuntalan la brecha en
las desigualdades sociales en el contexto del deshumanizado y voraz capitalismo
ultraliberal. Una obra necesaria que trasciende su título.
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