Como si de un particular club londinense se tratara el multiétnico quinteto se movió con desparpajo y confianza por el escenario como si se tratara del salón de su casa, o la habitación del hotel en el que aparecen en portada de su segundo y nuevo disco, el exhuberante e instrumental ‘Where I’m meant to be’, introducido en sonido ambiente por «Words by Steve», los dos minutos de diálogo entre Steve McQueen y Femi Koleooso incluidos en el disco.
Comenzaron a ritmo de dub jamaicano con «Ego Killah» en cuyo impás, el baterista Femi como el maestro de ceremonias, saltó de su taburete para en primera línea de escenario y apenas transcurridos cinco minutos presentar a la banda. Saxo y trompeta al frente y detrás el bajo flanqueado por teclados y batería.
A partir de ahí, un torbellino de sonidos latinos, soul, jazz… que mezclados y agitados sirvieron en rítmico boogalooo «Welcome to my world», sincopado jazz «No confusion» o elegante swing «Toogheternes»… nada de ellos encasillado, pues enlazaron ritmos y melodías subiendo y bajando tempos con tanta facilidad y naturalidad que lo que del escenario brotaba era una fiesta de sonidos globales sostenidos por la brutal base de bajo y batería apuntalada por los hermanos Koleoso con la precisión de un reloj y la contundencia de un martillo… todo orgánico, sin pregrabados –aunque lo pareciera.
La actuación se dividió en partes muy marcadas por los ‘speechs’ que Femi, micro en mano, proclamaba al entusiasmado público. El primero de ellos sobre la ciudad a la que acudían por primera vez, dio paso a piezas de atmósfera pausada, de instrumentación menos especular pero igual de efectiva, con muy buenas sensaciones cuando enlazaron «Live Strong» y «Smile» esta última con el piano y saxo adaptando fraseos de la pieza original que Chaplin compuso el mismo para su película de 1936 Tiempos modernos.
Más ‘speechs’, ahora sobre la alegría y el buen rollo… y el mal rollo provocado por el ‘brexit’ que dio paso a «You don’t setal my joy» título que lucía Femi en la espalda de su camiseta… y otra charla, en este caso sobre los sonidos de la salsa, precedido de «Victory Dance» resplandeciente y tropical. De ahí al final lucimiento instrumental individual sin que se resintiera lo, colectivo con grandes momentos en los teclados en delirio wah wah.
No llegaron ni a hora y media de actuación, pero no hizo falta más, lo ofrecido fue suficiente y satisfactorio para un público que lo pasó en grande… y avasalló el ‘merchan’ con los protagonistas firmando. ¡Una autentica locura!
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