Cercano, amigable y con el desparpajo
que le concede su juventud, el onubense afincado en Sevilla presentó las
canciones de su segundo disco ‘Caballo Rojo’ ante un difícilmente etiquetadle
público. En un derroche de simpatía y aplicada didáctica, Moret fue guiando al
respetable por los diferentes estilos y sonidos de su mestiza propuestas que en
su nuevo trabajo se divide en tres partes diferenciadas por razas equinas
asociadas a distintos sonidos. Furia a la electrónica, Mustang al blues rock y
derivados y Purasangre a los sonidos de la tradición andaluz. Todo ello bajo el
abrazo del flamenco imbricado en sus su orígenes junto a la influencia de los sonidos de raíz
norteamericana.
La
tradición y la contemporaneidad se fusionaron en la primera parte del concierto
en un arrebato de rock progresivo de influencias andalusíes y orientales, de
psicodelia y quejíos que derivaron en fronteriza maraña de guitarra… e incluso
hard-rock y stoner en la soberbia «Ya se apaga». Bajó de revoluciones en
«Furia», que presentada como alegato contra el maltrato animal, sonó
inquietante, para volver al brioso galope con «Lirios y rosas» uno de los
puntos álgidos de la noche, que presentó como una ‘alegría’ de Cádiz a lo Foo
Fighter del que se declaró fanático.
Se
acordó de la titular del disco de estreno «Supernova» que sonó entre la calidez
del blues y el jondo inquieto utilizando diferentes registros de voz, y como no su homenaje por bulerías a Camarón…
¡y a Hendrix! con «La leyenda el tiempo», para tras amagar de inicio con el
Thunderstruck de AC/DC volver al aguerrido guitarreo de «Romance de la cautiva»
otra momento para el delirio.
Para
finalizar hasta tiró de cumbia-rock-flamenco en eléctrica distorsión wah wah y trotonas percusiones «Limpio y
puro» con broche de oro a una versión que se presta a todos lo que hasta
entonces había sonado el «Hotel California» que… ¡claro! sonó más Gipsy Kings
que al original de Eagles. Menudo meneo bueno que no solo no empachó, sino que
dejó con ganas de repetir.
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