La reedición de su segundo disco “Every Good Boy Deserves
Fudge” con motivo de su 30º aniversario hacía prever que el
grueso del repertorio lo protagonizaría dicho disco junto a sus coetáneos de
los primeros 90’, como así parecían indicar ‘Into the drink’ y ‘The father I
go’ con las que los de Seattle comenzaron, pero no fue así. El surtido de
canciones cubrió buena parte de la discografía de todos los tiempos, sin
olvidarse del presente pues su último disco ‘Digital Garbage’ fue el que más
canciones aportó.
Tras un inicio enérgico con la batería
sonando firme y contundente (como durante toda la actuación) y las dos
eléctricas sonando altas y rabiosas, pero nítidas en trallazos de no más de
tres minutos. Se salieron del guión marcado hasta el momento, adentrándose en
las sendas del sonido alquitranado, con ‘The Gift’ que sonó introspectiva y
tensa, con un ligero aire psicodélico que estalló en riffs de ruido oscuro.
Momentos versátiles que continuaron con Mark centrándose ya sólo en labores
vocales con 'Judgement, Rage, Retribution And Thym' repetitiva y gravosa en su extroversión
y con 'Sweet Young Thing (Ain't Sweet No More)' su habitual ramalazo Stooges (hubo más
a lo largo de la noche). Buenos momentos en los que se apreciaron matices más
allá de las afiladas guitarras que continuaron hiriendo hasta el final y más
allá…
… en un bis apabullante en el que añadieron distorsión
y ruido además de velocidad ‘Next Time’ y el punto neurótico paranoico de '21st Century Phrasies'. Hora y media de guitarras agitadas en enérgica electricidad
que desataron las sinergias de más media
sala hermanada en jolgorio entre sudores y sonrisas intergeneracionales. Hasta la
próxima, y que sea pronto.
Los Chicos: Foto Hector Herrero |
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