Un
brazalete rodea el tobillo de una adolescente como símbolo de las ataduras de
la juventud francesa a su contexto familiar y social en un país avanzado, en
este caso Francia. En principio paree una película de género judicial, pero es
una muestra de los diferentes mundos que rodean a dos generaciones cuyas
relaciones son en apariencia estables pero, en realidad está a años luz. Lise,
de 18 años, es acusada de asesinar a su mejor amiga.
Durante el juicio, a partir
de la reconstrucción de los hechos, se hace un retrato de su personalidad, que
sirve a su vez para demonizar una juventud y particularmente a las jóvenes,
sobre todo su sexualidad, que se aleja de los patrones que marca la sociedad.
La actuación de Lise: pasiva, fría, irritante en sus silencios y deslumbrante
en sus escasos diálogos, acentúa, más que un rechazo, la incomprensión del
mundo adulto.
Su cincelada personalidad quizás haga perder verosimilitud al personaje, pero es creíble atendiendo a esa confusa forma de mirar a sus semejantes, lo que permite ver como natural la forma de ser, actuar y relacionarse de la joven, incluso ante un tribunal. Además la trama policiaco-judicial funciona, no faltan los aderezos del género, eso sí… a la europea y los roles del fiscal y la defensa (mujeres ambas) son muy acertados.
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