La banda sueco-norteamericana presenta nuevo y largo viaje lisérgico, en el que se consolidan instrumentalmente con miembros de los madrileños The seasongs. Diecinueve canciones donde la psicodelia se expresa en diferentes colores, entre los que predomina el pop cristalino de aires The Byrd –los primeros los de Gene Clark– como la inicial «Flowers in my hair» que se despereza en atemporales armonías vocales y arpegios delicados de guitarra. continuados en la canción que nombra el disco, iluminada por atemperados arreglos campestres. Siguiendo por dicha senda, «Destiny» se escora suavemente hacia el western mientras que la cadencia “beateliana” más ácido se cuela jugueteando entre las teclas de «This is love» o «How is miss you».
La psicodelia se torna espacial en la hipnótica «Sleepwalker», más de seis minutos de tensión de ritmos de bajo que la acercan a los terrenos de los Pink Floyd más progresivos, y se viste de garaje rock en «Floating free» cuyo inicio recuerda al ¡Devil’s haircut de Beck!, y garaje de los sesenta en la melódica y ocura «Vampire» o en «Babylon» que suena como si los Blur se hubieran pasado de la raya al componer “Song 2” Esquizofrénico epílogo con «Crimson and clover» versión de Tommy James and The Shondells, cuyos catorce minutos parecen haceros viajar circularmente hacia el infinito.
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