Bajo el paisaje urbano de una Finlandia de perfil bajo, genialmente fotografiada en tonos crepusculares y con una mirada más condescendiente que crítica -en las antípodas de lo que nos tiene acostumbrados el genial Kaurismaki- trata otros temas menos sugerentes pero universales: las relaciones familiares, su deterioro, la brecha generacional o las oportunidades afectivas perdida.
Olavi, interpretado por el experimentado actor de teatro finés Heikki Nousiainen, conoce bien el oficio, pero ni se adapta a las nuevas reglas del mercado, ni su obsesiva sabiduría le permite conciliar con una familia de la que desconoce sus necesidades y problemas.
Todo cambia con la aparición de su nieto Otto, interpretado por el joven Amos Brotherus, en su primera película de proyección internacional, con el que de forma convincente se va estableciendo un vínculo con el único nexo que parece unirles, el negocio, entendido por el abuelo como arte noble, con reglas no escritas y por el nieto como algo cotidiano y natural. Ambos “talentos” comerciales convergen en una trama sugerente, contada sin artificios y de forma sencilla, en la que el pintor ruso del siglo XIX Ilye Repin es también protagonista pues un retrato suyo es el punto de partida que une a historia y personajes. La mejor manera de acercarnos a este olvidado pintor… y al desconocido mundo de las galerías de arte.
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