Reflexiona la autora de esta
narración-ensayo sobre el exilio y lo que supone para una persona tener que
abandonar el país de origen y sobre la huella que deja en sus sucesores. Lo
hace indagando en la historia de su propia familia, preguntándose si el exilio
se hereda, pues ella al igual que sus antecesores ha llevado una vida errante, como etimológicamente explica
en el texto, o si lo que se hereda es el sentimiento de no estar ni ser de
ningún sitio. Ella misma ha vivido de aquí para allá desde su natal Barcelona
hasta su actual asiento canadiense pasando por Francia.
Nos sitúa en el exilio que marcó el pasado siglo XX español: su guerra-revolución, sus
niños de la guerra... y europeo: su guerra-involución, sus perseguidos y exterminados. Sus
fantasmagóricas huellas, ejemplificados en los cinematográficos ojos de la niña Ana
Torrent en El espíritu de la Colmena de Erice y en Cría Cuervos de Saura. Su
abismal dolor plasmado por el joven Paul Bäumer protagonista de Sin Novedad en
el Frente de E.M. Remarque. Películas y libro citados por la propia autora como
espejo de las guerras-conflictos individuales o colectivas de las que huir.
Sin dejar de considerar el presente siglo XXI, pues no olvida los actuales dramas de millones
de desplazados forzosos que huyen de las guerras, del hambre... en definitiva, de
personas en un errar constante, del extranjero, de los recuerdos no vividos
pero sentidos como propios, de paisajes emocionales y su voluble percepción
temporal...
Incluye
fragmentos de las memorias de su padre Quimet - un hombre que se exilió dos
veces de España, primero antes y después tras la Guerra Civil, regresando a
Barcelona, donde murió en 2016 - También protagonista es su abuelo Pantxo -
padre de Quimet- un anarquista que se instaló junto a su familia en la ciudad
francesa de Béziers, donde llegaron en 1929. Con ambos pisa tierra y se afianza
en sus recuerdos, en su memoria, tirando de un hilo que le llevará reconocerse siempre
en la frontera.
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