Poco se sabe de la biografía de la pintora italiana del barroco Artemisia
Gentileschi, ni siquiera la fecha de su muerte en Nápoles a mediados del siglo
XVII, aunque si su nacimiento en Roma en 1593. Hija del reconocido pintor
Orazio Gentileschi su estilo se encuadra en el tenebrismo caravaggiesco de la
época y su figura, es rescatada del olvido en los inicios del XX gracias a la
labor del crítico de arte Roberto Longhi, casado con Anna Banti, pseudónimo de
Lucía Lopestri (1895-1985) que es quien firma esta obra.
Con los escasos datos existentes sobre Artemisia, la escritora italiana,
recrea la vida de la pintora imaginando su distante relación con su padre, una
violación y humillante juicio posterior en su juventud, un matrimonio de
conveniencia disfuncional, su vida en Roma y Nápoles, la fría relación con su
hija, la soledad de su viaje a Inglaterra atravesando Francia y su estancia en
la corte británica. Una soledad que Artemisia muestra altiva en su fragilidad y
en lucha ante una sociedad en la que el papel de la mujer está escrito desde la
cuna. Si la vida de los pintores (considerados aún artesanos y no artistas) era
ya complicada, más lo era para esta mujer que destacaba por su talento
pictórico.
El manuscrito inicial fue destruido en 1944 tras el bombardeo nazi de
Florencia ante su inminente ocupación aliada, por lo que Banti se esforzó en
rehacerlo de nuevo para terminarlo en 1947. Es quizá este esfuerzo el que
termina por identificar a la escritor con la pintora, pues utilizando
principalmente la primera persona tanto para narrar el pasado, crea una especie
de ensayo novelado en él la que se funde la biografía de Gentileschi con las
inquietudes de Banti.
La escritora toma el testigo de la pintora (una adelantada al feminismo) y
ambas se funden en lucha por defender como mujeres su posición en una sociedad
que tanto en el XVII como en el XX traba su expresión artística. Una
inmejorable ocasión para acercarse a la obra de ambas.
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