Comentarios entre canciones
siempre interesantes, instructivos, necesarios... con los que involucró a
sus seguidores, compartiendo sus reflexiones con respecto a ellas: su creación,
sus destinatarios... los cómos y porqués... en definitiva, nos presentó con
palabras y canciones su autobiografía artística: como habían evolucionado desde
que las interpretó por primera vez, como muchas de ellas igual que vuelven se
van en futuros repertorios, la sensación de ser la última vez que las tocaba
todas juntas (interpretó las nueve que forman el disco) pero también de su
autobiografía vital: los recuerdos de infancia, las relación y recuerdo de su
padre, los hombres que pasaron por su vida... Se expuso sin tapujos, pero
con elegante naturalidad ante un público curiosamente intergeneracional.
Comenzó enérgica con "Niña
animal" en un duelo de guitarras y teclados que en el estribillo recordó a
la "Love & Communication", canción que Chan Marshall (Cat Power)
grabó como cierre de su disco The greatest en 2006, ¿velada influencia o guiño
explicito...? ahí queda... para continuar con "El pretendiente" con
ella aún atacando unos teclados muy setenteros. Con "Berta
multiplicada" se colgó la guitarra para rendir homenaje a la activista
feminista y medioambiental hondureña Berta Cáceres asesinada cuatro años atrás,
para continuar con uno de los momentos más emocionante al interpretar ese
ensueño nostálgico que es "Jorge y yo" y aunque pueda parecer extraño
sonó muy Velvet. Del disco que la incluye "La joven Dolores" también
se acordó de la juguetona y a la vez evasiva "Mi vida bajo el agua".
En "Ana y los pájaros",
presentadas por la madrileña como la canción sexy, se despojó de instrumentación,
demostrando su capacidad de crear melodías emocionantes con poco más que una guitarra,
unos sutiles arreglos y su voz. "Pesa la palabra", "Romance de
la plata", "La flor en la vía" y "Afónica" eran
presentadas por Christina mientras intercalaba algunas de las canciones que
formaron su penúltimo disco "Lo nuestro" (2015):
"Romero y los demás" que había interpretado antes, sonó un tanto
diluida tras el impacto de "Jorge y yo", algo muy diferente a como
sonaron "La muy puta" un recitado tenso y susurrante y "La tejedora"
una melodía tensa también y en caso oscura en las que Christina mostró su vena
interpretativa más procaz. En la primera gateó y reptó el borde del escenario con mirada provocativa
y en la segunda asustó incluso, llevando su voz hasta el extremo del
alarido más trémulo. Dos grandes momentos para acabar.
En el bis, la que faltaba del último,
"La piedra angular" melodía que evocaba canciones pasadas como por ejemplo
"La absoluta nada" que le sucedió, para finalizar con un truculento
sonido que anticipaba triunfalmente la esperada "Anoche" (el puñal y
la memoria) cantada por un entusiasta coro general. Memorable despedida.