Curiosos nombres, el del grupo y el del disco, en referencia directa a la primera y magistral novela moderna universal, el que se gasta este quinteto de Alcalá de Guadaira. No son nuevos, han atravesado ya algún parón debido a deserciones y cambios de formación, pero es ahora cuando dan el salto definitivo, tras varias maquetas bien recibidas por la afición del pop noventero.
Los sevillanos transitan por las sendas del buen pop en castellano, ese que engancha en los 90' con Surfin Bichos, pero no se quedan ahí, también beben de ese espíritu plácido del sur que encontramos en algunas bandas meridionales y se deja entrever además un aire al pop siniestro británico de los 80'. Hasta aquí nada nuevo, influencias habituales en el pop español, a las que se añade algo de guitarras energéticas, mucha melodía y estribillos directos.
¿Entonces uno más...? El caso es que consiguen hacerse reconocibles. Aunque en "Un burro en brazos" el sonido Chinarro se evidencia explicitamente, algo de Los Planetas se muestre más veládamente en "Remedios" o nos acordemos de Mercromina en "Soplapoyas en utopía", envuelven las canciones en una cadencia propia, gracias en parte a unos teclados bien trabajados, arreglos de trompeta y viola, además de unas voces susurrantes pero claras.
Canciones como "Mayea", "Malditasmenudencias", "Callada, mucho mejor" o la citada "Soplapoyas en utopía" suenan en esa dirección, melancólicas que no nostálgicas y ni mucho menos deprimentes sino lo contrario, como una especie de alegría tenue. Tampoco faltan himnos pop instantáneos como "Cantoná", "Volando" o " Descatalogado (los peligros del relevo generacional)" en esta última salen incluso indemnes de unos ¡arreglos de castañuelas !
Letras con referencias literarias y cinematográficas, a los tiempos pasados, a lo cotidiano y a lo intrascendente a veces, inundan unas canciones que funcionan a la primera. Relevo generacional pop garantizado. Perfecto para festivales soleados a mediatarde.
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