Escrupulosa puntualidad la del de Indianapolis, parecía querer recuperar el tiempo perdido tras cancelar sus conciertos del 2001 (atentado de las torres gemelas de Nueva York) y 2008 (enfermedad de un familiar), así que se palpaba ansiedad en el público que llenó pero no abarrotó el viejo teatro de la calle Arenal.
Así que no se anduvo con rodeos y tiró la directa con "Drive south", "Perfectly good guitar" sacando lo mejor de la acústica, después "Crossing Muddy Waters" donde brilló la mandolina de Doug Lancio, para a continuación presentar "Open Road" que da nombre al nuevo disco y que suena desde ya a clásico de su repertorio. La actuación crecía con la aplaudidísima "Master of disaster" dedicada a Jim Dickinson (músico de Memphis fallecido hace un año), pero a partir de ahí se torno la calma y "The Tiki bar is open" se alargó con unos solos de bajo y batería algo intrascendentes (sobre todo el de batería, mejor el de bajo) que rompieron un poco el ritmo.
Hasta ese momento la platea se llenó de una buena mezcla de country-rock de guitarras aceleradas con toques de folk profundo con melodías nuevaoleras y voz negra, pero con "Like a trains freighr train" y My baby" el blues inundó la sala, en su versión más clásica la primera, ejecutado instrumentalmente a la perfección pero excesivamente académica (desgraciadamente más cerca de Clapton que de King). Algo más vibrante la segunda, con la voz de Hiatt más negroide y con guitarras más sucias (más cercano en este caso a los pantanos).
Tras ese recorrido por loas raíces, llegaron los mejores momentos de la noche, justo con las canciones en las que Hiatt muestra su versatilidad, bastante por encima de su Combo que sonaron correctos pero encorsetados. "Cry love", "Your dad did" o Real fuel love" hicieron vibrar la platea con la mandolina eléctrica de nuevo echando chispas.
Para finalizar, acercamientos al rockabilly y country más salvaje con "Tennesse plates" y Memphis in meantime" con la gente totalmente volcada, y en el bis como colofón, apabullante "Riding with the king" dónde las guitarras rozaron la psicodelia incluso.
Abrió la noche Ainara Legardón, sóla con su guitarra eléctrica ante un público poco receptivo. Elegante y valiente, tanto por su imagen como por su actuación llenando con sus guitarrazos y su voz la sala. Presentó algunas canciones de su próximo nuevo disco, donde las guitarras parece que se hacen más aguerridas.
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