Se presentó sólo, únicamente acompañado por una guitarra acústica (que intercambió el algunas canciones por la mandolina) vestida a veces por el afilado sonido de su armónica. A diferencia de su gira anterior, no apareció en escena Alison Moorer su actual mujer y también cantante. Tampoco aparecieron los "samplers" y maquinitas que tanto chirriaron a sus seguidores más puristas. Estve Earle sólo, desaliñado en imagen (barba larga y cana, camisa a cuadros y vaqueros gastados) que no huraño, al contrario, estuvo afable (salvo cuando con acierto llamó la atención de algunos habladores) y cercano con el público, pues entre canción y canción se hicieron constantes las anécdotas, narraciones, introducciones... y es que el virginiano se ha volcado de lleno en una nueva misión.
Activista político envuelto en mil batallas (desalojo de tropas en Irak, abolición de la Pena de Muerte, gira anti Bush "vota por el cambio"...), reivindica en esta ocasión la figura de Townes Van Zandt al que defiende con sentencias tales como «pienso subirme con mis botas de vaquero en la mesa de café de Bob Dylan para gritar que Townes van Zandt es el mejor escritor de canciones del mundo».
La primera parte de la actuación se centró en interpretar buena parte de las canciones del citado texano (genial compositor, alcohólico y depresivo) que aparecieron editadas recientemente en el doble disco"Townes" (donde Earle interpreta las canciones de Van Zandt por partida doble, primero con banda y luego sólo). Así "Pancho and Lefty", patibularia y emocionante dio paso entre comentarios sobre la vida de Townes y la suya propias (siete veces casado, pasó por la cárcel, salió de las drogas...) a "Where I lead me ", "Mr. Mudd and Mr. Gold", "Lungs"...
Después repasó ¡ como no ! algunas de las clásicas de su ya larga carrera. “I ain’t ever satisfied” acompañada en palmas por un público ávido de momentos animosos, fue además coreada cual concierto pop, lo mismo que en "City of inmigrants", o "The galway girl" (con ese aire de taberna irlandesa rebosante de mandolina) justo en el momento en el que más se necesitaba. Earle manejo bien los tiempos y mantuvo la expectación aun cuando no es fácil sostener la atención del respetable durante casi dos horas en un escenario sólo con una guitarra (por muy "fan" que se sea).
Tirando de country-folk además de buen blues nos guió sabiamente hacia el tramo final y el "bis" homenajeando esta vez a Tom Waits con “Way down in the hole” la versión que Steve interpreta en la serie "The wire", la esperada “Copperhead road“ y volviendo de nuevo a Townes broche de oro con la evocadora "To lives to flies". Excelente maestro de ceremonias.
Abrió a tempranas horas, el veterano cántabro Hendrik Röver, presentando "Esqueletos" proyecto individual al margen de sus sempiternos Del Tonos, en el que al igual que Steve Earle se despojó de cualquier aditamento (devoto confeso de sus discos acústicos), para centrarse en contar historias con principio y final acompañado únicamente de su guitarra.
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