Después de hacer visto hace un mes a Wilco en el Teatro Calderón con un ¡¡¡ excelente sonido !!! volvemos a la cruda realidad. No se que ocurre últimamente con los técnicos de mesa, pero de nuevo nos encontramos con la misma deficiencia, y es una lástima porque una muy buena actuación queda deslucida con un mal sonido, y eso es lo que le ocurrió a M. Ward en la Heineken. Como decía a la salida un fiable seguidor que estuvo en ambos conciertos, "llega un momento en el que prefiero pagar 70 euros y oírlo bien que 20 para hacerlo mal". ¡ Razón !
A pesar de todo, nos sobreponemos y logramos disfrutar de este curioso personaje, que en escena más parece un actor teatral que el líder de una banda rock, y es que logra el de Portland meterte en sus canciones gracias a unas dosis interpretativas valorables (que recuerdan a Adam Green), cómicas a veces, trascendentales otras, pero creíble siempre, y no sólo por sus gestos y poses, sino también por la forma de cantar ¡ como no ! y por la manera de tocar la guitarra con la que descubrimos no sólo a un notable compositor sino además un ¡ virtuosos guitarrista !
Centró su actuación en sus dos últimos discos "Hold time" y "Post-Ward", con los que consiguió que canciones clásicas del folk, country o rock cincuentero sonara actuales y cercanas al pop moderno de guitarras enérgicas y a la vez que cristalinas y luminosas. Con esas premisas abrió sin tregua con "Chinese translation" (se despereza y progresa en lento galope), "Requiem" (medio tiempo que estalla en bombos y platillos), "Rave on" (de Budy Holly adaptada a un ritmo más country), "Epistemologic" (sabrosa en instrumentación), "Fool says" (muy rítmica y con Wartd recitando mas que cantando) y "Posion cup" (hipnótica y cautivadora).
Después llegaron los mejores momentos del concierto (más por que el sonido mejoró cuando las instrumentación se reducía a mínimos), con las envolventes y emocionantes Post-Ward y Hold Time con Ward al piano, que dieron paso a una especie de breve set acústico sin banda con la dylaniana "Sad, sad, song", "Lullaby & exile", con un divertido arreglo de silbido, y "One hundred million year" dónde mostró lo mejor de si como guitarrista, siendo capaz de sacar sonidos inimaginables con acordes y punteos de acústica.
Para el final... de nuevo estallido de guitarras recorriendo varias décadas de rock con la banda de nuevo en escena (nunca una panda de "frikes" fue tan eficaz). De forma acelerada y con el público encandilado arremetieron con tormentosa furia "Magic trick" (intenso gospel festivo), "To save me" y " Never had nobody like you" ( las más celebradas con sus exultante coros y estribillos), que reflejan a la perfección el actual momentos compositivo de Ward, que sin olvidar sus orígenes se abraza al pop de guitarras menos previsible.
¡ Sorpresa para terminar ! (aunque no tanto si seguimos su trayectoria) "Roll over Beethoveen" de Chuk Berry con la sala en punto álgido... para seguir la fiesta en los bises con "To go home" del personal Daniel Johnston, que sonó más emotiva si cabe. Breve pero intensísima actuación de apenas hora y cuarto de duración con un Ward moderadamente simpático pero solvente en lo suyo... las canciones.
Abrieron Delco, de nuevo en la difícil papeleta de teloneros (ya lo hicieron hace meses con The Smithereens). En esta ocasión con más público (iban cogiendo posiciones), y más receptivo, volvieron a mostrarnos sus canciones con la s guitarras y melodías como protagonista. Cada vez más solventes y asentados.
Eso es lo que quieren, que prefiramos pagar 70 euros por un concierto decente y que los conciertos más baratos sean de 20 euros. Yo a eso le llamo puta vergüenza, confiscador :)
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