Séptimo disco (sin contar colaboraciones: Swcharz, Diabologum o Corcobado), de los gijoneses que tras cumplir su décimo aniversario como banda, consolidan su carrera como auténticos supervivientes de su generación y las escenas en las que se enmascaraban muchos y desparecidos compañeros de viaje: "Xixon sound", "indie nacional"...
"Torres de electricidad" profundiza en unas formas que ya aparecieron en su sorprendente disco anterior "Extratexa", canciones urgentes y directas en las que una voz en castellano casi quebrada lucha por imponerse a estructuras musicales fuertes y crecientes. "No tropieces", "El despertar", "Todo puede cambiar" o "Mi Dios mentira" son canciones ásperas de auténtico rock crudo con el que Manta Ray consiguen sonar a si mismos y abandonar las habituales y viejas etiquetas, nosie, post-rock, ... que han acompañado a su carrera discográfica. Canciones rotundas y duraderas.
Por otro lado no reniegan de su lado más evasivo a la vez que críptico, curiosa contradicción, evolucionando también en esa dirección, explotada mayormente en otros discos, no con efectos o instrumentos derivados, atrás quedó el theremin, sino sacando el mayor rendimiento de los instrumentos habituales, crecen como músicos y luchan por sacar más registros de voz. Canciones como "Añada para Celia", "Por qué evadirse a otros mundos aun más pequeños" o el que da título al álbum así lo demuestran, adoptando una vía más atmosférica e introspectiva donde los sonidos se recrean en minutajes más extensos.
Tras la espera de tres años desde su anterior grabación y con proyectos paralelos entre medias de la mayoría de sus componentes, este trabajo los presenta en una muy buen posición en una nueva línea de salida, en la que sin romper del todo con el pasado parecen estar oxigenados y con ideas para el futuro. Apuntan a clásico de aquí ¡¡¡si es que no lo son ya !!!
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