Cuarto y último de los conciertos Wintercase de ese año. En principio surgían dudas con Mercury Rev, tras un último disco "The Secret Migration" que venían a presntar y del que no parece que este a la altura o cerca de los anteriores. ¿Posible banda acomodada en declive?
Desde le primer momento se despejaron las dudas. Las canciones de este último disco mejoran en directo, destacando "Secret for a song" o "In a funny way" (abriendo bises), aunque los mejores momentos llegaron centrándose en el repertorio clásico con los esperados "Opus 40", "Everlasting arm" o "Holes" interpretadas fielmente a sus originales en disco, sonido claro aun en distorsones, olvidando pasados experimentos sonoros.
Momentos mágicos con un Jonathan Donahue pletórico, coqueteando con el histrionismo y más vampírico que nunca, cual Nosferatu, resultado del juego de luces azulado y una puesta en escena detallada donde los mensajes e imágenes no dejaron de aparecer durante toda la actuación. Música de cuento dijo alguien cercano acertadamente, música para soñar dirían otros. Emoción en un ambiente de complicidad velada que se desbordó con "The dark is rising" en un final orquestal espectacular.
Anteriormente tuvimos la oportunidad de escuchar a The Dirty Three, trío australiano de culto que en el lejano 1994 ya actuaron en nuestro país junto a los mismos Mercury Rev y Pavement entre otros, y que su cantante-violinista, Warren Ellis (nuevo miembro de los Bad Seeds de Nick Cave), muy dicharachero toda la noche, nos recordó. Concierto alucinado y alucinante que nos dejó con la boca abierta. Un especie de punk-folk progresivo e hipnótico en el que Ellis, con una imagen de andar por casa, melenas a lo Zappa y camisa y rebeca de la abuela, no paraba de distorsionar su violín mientras daba patadas al aire, para apaciguar después con tensos momentos de calma. Increibles ... ¡ nadie se ha fijado en ellos en tanto tiempo ! ¡ con tantos festivales !
Para finalizar, decir que no llegué a tiempo para ver a The Decemberist. Agradecer de nuevo al faraónico y ególatra Gallardón las imprevisibles y nada planificadas obras que asolan cualquier resquicio de la capital, por más que te prepares para el el atasco, este te atrapa en espacio y tiempo.
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