Un joven de conflictivo pasado, tras un tiempo en el centro de menores descubre su vocación por el sacerdocio. Creíble en la muy católica Polonia en la que la que la Iglesia empapa con su influencia hasta los rincones más olvidados de la sociedad, como se cuenta a lo largo de esta historia. Estigmatizado por su imagen y el destino de su viaje, un aserradero para la reinserción en un pequeño pueblo, y tras un malentendido, consigue hacerse pasar por el nuevo párroco.
Sin experiencia en dogmas ni liturgias, pero con un fuerte sentido de la responsabilidad, se ganará la confianza de la anquilosada feligresía con un discurso excéntrico, sincero y personal, sobre todo la de los joven con la que comparte muchos más vicios de lo que sospechan.
Sus buenas intenciones chocan con sus propias dudas pues trata de purgar sus culpas adoptando un papel que no le corresponde, pero todo cambia cuando el intuitivo párroco, descubre que los fieles tampoco adoptan el papel que debieran, pues un trágico suceso (anterior a su llegada) que implica a muchas familias, ha generado heridas que no han cicatrizado.
La culpa y el perdón enquistados acentúan las contradicciones de unos creyentes a los que el protagonista sitúa entre la espada y la pared. Una gran farsa colectiva que emerge de una individual.