Para presentar su tercer disco "Spitting image",
el joven cuarteto irlandés logró congregar en su cita madrileña a un público
bastante variopinto: chavalada post adolescente entregada a la euforia
eléctrica instantánea, curtidos rockeros inquietos ante nuevas tendencias
revitalizadoras del género, eclécticos de mediana edad con ganas de revivir
momentos pasados, curiosos atraídos por el boca a boca... difícil contentar a
tan dispar parroquia. Por repertorio, tenían todo para conseguirlo y lo consiguieron
(o casi), pero... tirando por el camino fácil.
Se dejaron gustar y ¡ realmente gustaron a la mayoría !
sobreactuando demasiado en gestos, poses y miradas que el público recibió
encantado, entregadísimo, sonando en demasiadas ocasiones más a unos
enfervorizados Franz Ferdinand que al sonido guitarrero, nueva olero, garagero,
sixitie que... entre otros, ofrecen de forma certera y sobre todo muy
natural en sus discos.
Lo consiguieron... (o casi), porque si hubo
algunos irreductibles que no les siguieron el juego: palmas innecesarias o
cuando quisieron sentar a todos los presentes para hacerles saltar ante la
inminente y posterior tormenta sonora ¡ que muchos pintaban canas ! Pecado de juventud.
Los mejores momentos fueron en los que Ross Farrelly
armonicista y voz principal (muy buena voz por cierto) se imponía sobriamente
al frente de la banda, compensando los excesos escénicos de su espasmódico
bajista Pete O'Hanlon consiguiendo dar lo mejor de si mismos en melodías de
alto calado como "Black shades over red eyes", "Great
expectations" o "Behind closed doors", en ésta última sí que
consiguieron fusionar las melodías con la rabia acelerada, también cuando
tiraron de rithm & blues brioso en "Still gona drive you home" o
"Blue collar Jane"