Dos años y medio después de su última aparición en Madrid, nos encontramos
de nuevo con los de San Francisco, aunque sin nuevas canciones que presentar.
No es necesario, su último disco "Back to land" (2103) sigue vigente
para los seguidores fieles Tiene además repertorio de calidad para
defender en sus diez años de trayectoria (así lo hicieron escogiendo
canciones de todos sus discos) y si a ello le unimos que Ripley Johnson anda
enfrascado en otros proyectos (como el recomedabilísimo Moon Duo)... la cita se
presentó como oportunidad que no había que dejar escapar.
Entre un escenario de pantallas en blanco en el que se proyectaron durante
toda la actuación figuras caleidoscópicas de colores y formas variadas pero
diferentes según las canciones, aparecía el cuarteto californiano con camisetas
blancas también, fundiéndose con el fondo y recreando una especie de "trampantojo"
psicodélico. La batería de Omar Ashanuddin en el centro a la izquierda, y el
bajo de
Dusty Jermier en el centro a la derecha, marcaban el camino a seguir,
sonando primitiva, cruda y minimalista la primera, melódica y enérgica y
en primer plano el segundo. En los lados, la guitarra de Ripley Johnson afilada
en los punteos con los que se remataron buena parte de las canciones y el
sintetizador de Nash Whaler, vibrante, galáctico.
Así es como se presentaron para hacernos viajar por los sonidos de la
psicodelia rock progresiva y minimalista que bajo un apabullante muro de sonido
nos envolvió entre momentos más krautrock "Ruins" o
"Motorbike" otros más evasivos "Other stars",
"Everybody knows", "These shadows"... sobriedad escénica y
pocas palabra, mucha electricidad y ruido... mucho ruido y buen ruido en un
hora y media de hipnosis visceral.