La presentación de "Los excesos de los niños", el nuevo disco de los madrileños Alborotador Gomasio sirvió como fiesta de su nuevo sello Limbo Starr. Acompañados por dos bandas más del sello: los consolidados Ornamento y Delito y los emergentes Disciplina Atlántico. Expectación y muy buena entrada en la mítica sala de la calle San Dimas. Como aperitivo, Disciplina Atlántico nos sorprendió con un concierto sólido (no son nuevos en esto)... y rotundo en guitarras distorsionadas, acercándose tanto al punk como a la psicodelia con un claro gusto, eso sí, por el guitarrero lo-fi alternativo de los noventa. No lo esconden, la versión que hicieron de Beat Happening: "Bad seeds" así lo avala. Pero ofrecieron mucho más que ruido, pues sonaron también ecos del pop melódico más surrealista. Una convergencia explosiva a la que si añadimos letras trabajadas e ironía fina... obtenemos como resultado canciones tan atinadas como "Parquesol" que nos dejó desarmados. Sorprendente... y notabilísima actuación.
En el medio, Ornamento y Delito ofrecieron un concierto en que tiraron por el lado salvaje... el del ruido. Basaron su repertorio tanto en sus canciones más guitarreras y distorsionadas como de las que tiran de los sintetizadores más saturados, olvidándose de los sonidos más densos y oscuros, salvo en "Siamés" o de los teclados más amables, salvo en "Radio". Una maraña de capas de sonido apabullante que sonó con desigual fortuna para un repertorio a tiro fijo en el que no faltaron ya clásicos como "Bono es Dios", "Carnaval armado", "Madrid" o "La policía". No les fue fácil concretar en tan poco tiempo y espacio su amplitud sonora.
Alborotador Gomasio, como anfitriones, cerraron la noche con un derroche de energía acorde a la juventud de los miembros de la banda. Directos y sin romper la dinámica sónica por la que transitaba la fiesta, se expresaron pletóricos de ruido, bastante más que lo que ofrecen en disco. Se ganó en visceralidad aunque se perdieron matices, aún así mostraron su versatilidad, pues tanto se acercaron al pop ochentero de guitarras limpias en plan Secretos, como se acercaban al punk rock noventero más efervescente en plan Airbag. Supieron además sacar provecho a los diferentes tonos de voz de sus cantantes... lástima que parecieran estar más pendientes de la fiesta que tenían sus amigos-seguidores que de concentrarse en su actuación... se malograron algunas canciones y se perdió ritmo de actuación. Demasiada camaradería estéril con el público entre canción y canción.